El lobo yacía solo en una zanja. Había sido atropellado por un coche y su pierna ya no podía soportar su peso. Comprendió profundamente que su vida estaba llegando a su fin en ese mismo momento. Ningún lobo puede cuidar de sí mismo en la naturaleza con una pata rota.
Entonces, de repente, escuchó “voces detrás de él”. Humanos.
Probablemente se asustó. Porque no tenía idea de que los humanos estaban en camino a verlo.
Las lobos arañas viven en pequeñas manadas en Israel, Yemen, Jordania y Arabia Saudita. Son más pequeños que sus homólogos americanos y europeos y casi parecen perros. Desafortunadamente, no son tan populares entre los agricultores de la zona, porque a menudo comen animales de granja.
Entonces, cuando un lobo fue atropellado en un camino rural en Israel, al conductor no pareció importarle. Siguieron conduciendo y dejaron al lobo en la zanja con una pata rota.
El lobo sufría un dolor extremo y cojeaba a un lado del camino. No había manera de que se sintiera seguro en esta condición. Por suerte para él, un amante de los animales se acercó para ayudar y se llevó al lobo al ʋet.
Allí le dieron el nombre de Oliel.
En la radiografía, los ʋets pudieron ver que su pierna estaba rota y necesitaban operarla rápidamente.
Oliel fue sedado y el et le reparó la pierna, pero aún le quedaba un largo camino por recorrer antes de curarse por completo.
Mientras se recuperaba, yacía en cautiverio en un refugio de animales, un ambiente extraño para un lobo salvaje.
Después de cuatro largos meses, Oliel finalmente estaba lo suficientemente fuerte como para ser liberado nuevamente en la naturaleza.
Su jaula estaba cargada en un auto y el pobre Oliel no tenía idea de lo que estaba pasando. No lo entendió en ese momento, pero pronto volvería a ser libre.
El personal se dirigió al lugar donde Oliel sería liberado. Abrieron su jaula y esperaron detrás de ella. Al principio el lobo se mostró cauteloso. Después de cuatro largos meses en cautiverio, le resultaba difícil creer que era realmente libre.
Pero después de un momento de vacilación, decidió salir corriendo de su jaula.
Corrió lo más lejos que pudo, sin preocuparse por nada a su alrededor. ¡Su pierna finalmente volvía a funcionar como debería!
¡Buena suerte, pequeño Oliel!